Este adiós que te guardo
está madurando con los días
Exprimo nuestra vivencia
y no la dejo quedarse
en el pasado
No puedo avanzar contigo
por que te deseo a cada instante
y desear lo que no se puede tener
es como escribir
sin que nadie te lea
Eso seguro que lo entiendes
Te quiero pero no deseo luchar
contra el destino
Disfrutaré de vez en cuando
de tu recuerdo
que seguirá alterándome
Nocturno...
lunes, 3 de abril de 2017
jueves, 12 de noviembre de 2015
Equivocación
y quiza la desesperación
el verte así tan tú
de pronto, pálida.
fue como el auge
la revolución y aprehensión
de la esperanza.
Estabas así
intacta,
te congelé
decenas de veces
en el recuerdo
como la invocación
de algo, de ti
de un insomnio programado
en nosotros
y por nosotros.
Te nombré
tal vez
cientos de veces
lúcida
nívea
lejana y más lejana
creo que fueron cien,
etérea.
Te seguí los ojos
probablemente los hallé
insistí
profundamente insistí
pero jamás
me interpondría
entre el doble cristal
de tu existencia.
Dije que existías
impávida
tierna
tenue
como un desplome
o una antesala
o una esperanza.
Me equivoqué
erré de tanta eternidad
fuiste etérea
y eterna
hasta las once
más diez.
te declaré inmortal
un par de veces
sosteniendo el cristal
el segundo
el tuyo.
Te bailaban los dedos
a-síncronos
sobre los átomos del aire
y me equivoqué
y es que ya no debo
equivocarme
y quiza la desesperación
el verte así
temblándote las manos
blanquísimas
y sé que no debo
y sé que bailabas
inmortal
ingenua
insegura de ti misma
la intacta
tenue
tierna
la que declaré eterna
hasta las doce
menos cincuenta.
el verte así tan tú
de pronto, pálida.
fue como el auge
la revolución y aprehensión
de la esperanza.
Estabas así
intacta,
te congelé
decenas de veces
en el recuerdo
como la invocación
de algo, de ti
de un insomnio programado
en nosotros
y por nosotros.
Te nombré
tal vez
cientos de veces
lúcida
nívea
lejana y más lejana
creo que fueron cien,
etérea.
Te seguí los ojos
probablemente los hallé
insistí
profundamente insistí
pero jamás
me interpondría
entre el doble cristal
de tu existencia.
Dije que existías
impávida
tierna
tenue
como un desplome
o una antesala
o una esperanza.
Me equivoqué
erré de tanta eternidad
fuiste etérea
y eterna
hasta las once
más diez.
te declaré inmortal
un par de veces
sosteniendo el cristal
el segundo
el tuyo.
Te bailaban los dedos
a-síncronos
sobre los átomos del aire
y me equivoqué
y es que ya no debo
equivocarme
y quiza la desesperación
el verte así
temblándote las manos
blanquísimas
y sé que no debo
y sé que bailabas
inmortal
ingenua
insegura de ti misma
la intacta
tenue
tierna
la que declaré eterna
hasta las doce
menos cincuenta.
lunes, 25 de mayo de 2015
Lunes 24 de febrero [La tregua]
Es evidente que Dios me concedió un destino oscuro. Ni siquiera
cruel. Simplemente oscuro. Es evidente que me concedió una tregua. Al
principio, me resistí a creer que eso pudiera ser la felicidad. Me
resistí con todas mis fuerzas, después me di por vencido y lo creí. Pero
no era la felicidad, era solo una tregua. Ahora estoy otra vez metido
en mi destino. Y es más oscuro que antes, mucho más.
miércoles, 9 de abril de 2014
La verdad verdadera. [La Tregua, fragmento. Mario Benedetti]
La verdad es que esa excelente opinión de mí mismo ha decaído bastante.
Hoy me siento vulgar y, en algunos aspectos, indefenso. Soportaría mejor
mi estilo de vida si no tuviera conciencia de que (sólo mentalmente,
claro) estoy por encima de esa vulgaridad. Saber que tengo, o tuve, en
mí mismo elementos suficientes como para encaramarme a otra posibilidad,
saber que soy superior, no demasiado, a mi agotada profesión, a mis
pocas diversiones, a mi ritmo de diálogo: saber todo eso no ayuda por
cierto a mi tranquilidad, más bien me hace sentir más frustrado, más
inepto para sobreponerme a las circunstancias.
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Yo No Sabía Que No Tenerte Podía Ser Tan Dulce Como Nombrarte Para Que Vengas, Aunque No Vengas... Y No Haya Sino Tu Ausencia, Tan Dura Como El Golpe Que Me Di En La Cara Pensando En Vos...