miércoles, 31 de agosto de 2011

Viaje 19

Otra vez la lluvia, hace tiempo que esta no me acompaña en mis viajes cotidianos y sin duda la extrañaba, su rutinaria caída libre y la frescura con que recorre el mundo, ese olor tan característico suyo y esa humedad exquisita que no posee hembra alguna, esa melancolía siempre audible de su precipitar aniquilante, chocando, estrellandose con todo sin importar que.
Pocas, poquisimas veces he visto una mujer tan dulce bajar de los cielos e inundar de ternura, el hombre no sabe aún valorar los regalos del cielo, aprovechar y disfrutar ese romanticismo tan novelesco como este.

Me resulta de algún modo una farola que me acompaña e ilumina mis viajes nocturnos que, esta vez ha vuelto para ablandar la siempre despreciada soledad con sus pequeñitos dedos que acarician al mundo y cosquillean mi alma.

Otra vez la lluvia, pienso repetidamente, mientras me apresto a realizar otro de mis viajes.

lunes, 15 de agosto de 2011

Viaje 06

Tan solo una hora llevo de viaje y no ceso de repetir en mi cabeza que de Dios la voluntad y no la nuestra. Primera vez después de tanto viajar que no quiero que acabe este viaje que acabo de emprender. Quizá no venga mal un poco de eternidad en esta ya prácticamente aventura que asumí al iniciarlo, Sin embargo sucede, que todo está escrito... tanto así que yo solo me atrevo a reescribir parte de la historia.

Todo lo que conlleva un viaje va mucho más allá que el simple hecho de viajar, implica también un montón de decisiones propias y ajenas verdaderamente incontrolables, todavía no creo lo tanto que significa un verdadero viaje.

Has de viajar siempre y cuando estés seguro de hacerlo. ni una hora ha de que temeroso comencé y me repito que sea la voluntad de Dios, pienso un poco en la palabra fracaso y se me hace un nudo en la garganta.


sábado, 13 de agosto de 2011

Viaje 17

A veces, sin previo aviso, sin un comunicado previo, nota intangible transmitida por un canal aereo imaginable, sin siquiera un cable nocturno que publique o al menos deje entrever qué se aproxima.

Sin un timbre o sonsonete, sin excusas ni motivos que permitan su venida, sin la venia recalcitrante o el abrasador suspiro que inunda por un segundo la garganta, sin atar o desatar el nudo que se aferra a la garganta, careciendo del amargo regocijo o dulcísima angustia mustia de su presencia.

Junto con esa curiosa incertidumbre que agriamente corrige o desmiente la claridad que de pronto llega, como si afanosamente quisiera interrumpir algo, algo así como un no sé qué, un estruendo sin embargo inaudible que solamente es perceptible por el espíritu, una llegada o un desplome terrible de una música, un manto, una palabra, un suspiro o un llanto.

Yo No Sabía Que No Tenerte Podía Ser Tan Dulce Como Nombrarte Para Que Vengas, Aunque No Vengas... Y No Haya Sino Tu Ausencia, Tan Dura Como El Golpe Que Me Di En La Cara Pensando En Vos...



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