sábado, 13 de agosto de 2011

Viaje 17

A veces, sin previo aviso, sin un comunicado previo, nota intangible transmitida por un canal aereo imaginable, sin siquiera un cable nocturno que publique o al menos deje entrever qué se aproxima.

Sin un timbre o sonsonete, sin excusas ni motivos que permitan su venida, sin la venia recalcitrante o el abrasador suspiro que inunda por un segundo la garganta, sin atar o desatar el nudo que se aferra a la garganta, careciendo del amargo regocijo o dulcísima angustia mustia de su presencia.

Junto con esa curiosa incertidumbre que agriamente corrige o desmiente la claridad que de pronto llega, como si afanosamente quisiera interrumpir algo, algo así como un no sé qué, un estruendo sin embargo inaudible que solamente es perceptible por el espíritu, una llegada o un desplome terrible de una música, un manto, una palabra, un suspiro o un llanto.

Yo No Sabía Que No Tenerte Podía Ser Tan Dulce Como Nombrarte Para Que Vengas, Aunque No Vengas... Y No Haya Sino Tu Ausencia, Tan Dura Como El Golpe Que Me Di En La Cara Pensando En Vos...



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