miércoles, 29 de agosto de 2007

D I V I N I D A D


El reloj marcaba las ochos
Intimando la noche a nuestro antojo
El Sol se escondió de pronto.

La miré directo a sus ojos,
Su sonrisa alertó buen comienzo
Y mis palabras sin pensar fluían.

Le dije que quería besarla,
Ella titubeó un poco,
Le anuncié que me encantaba mirarla
Y que mi corazón palpitaba como loco.
Cerro serena sus ojos
Mis manos en sus mejillas
La atrajeron como opuestos polos.

La besé cuando el reloj marcaba las ocho
En una noche íntima de otoño
Mientras Dios era con nosotros.

No hay comentarios:


Yo No Sabía Que No Tenerte Podía Ser Tan Dulce Como Nombrarte Para Que Vengas, Aunque No Vengas... Y No Haya Sino Tu Ausencia, Tan Dura Como El Golpe Que Me Di En La Cara Pensando En Vos...



.